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Fitogeografía de Galicia

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La geobotánica o fitogeografía es la parte de la botánica que tiene como objetivo el estudio de las pautas de distribución de la flora y vegetación a lo largo de las áreas continentales de la Tierra. El conocimiento de las áreas de distribución de los vegetales ha preocupado a los científicos desde los inicios de la propia disciplina botánica, incluso cuando ésta era considerada en algunas escuelas como una rama de la geografía. Su estudio permite sectorizar los continentes en áreas geográficas con similitudes florísticas que, en la geobotánica clásica, se organizan en un sistema jerárquico de unidades (Reino, Región, Provincia, Sector, Distrito, etc.). De manera general se admite que los reinos se caracterizan por contener familias, subfamilias y tribus florísticas endémicas, mientras que las regiones se establecen básicamente a partir de la distribución de géneros y especies propios de determinados ámbitos geográficos. A su vez, las provincias se fundamentan en la distribución de determinados géneros poco diversificados (con frecuencia monoespecíficos) así como en combinaciones florísticas particulares que las hacen diferentes de sus territorios vecinos. En la mayor parte de los casos, la delimitación de unidades de rango inferior (sectores, subsectores, distritos) se realiza a partir de la distribución de endemismos infraespecíficos (subespecies, variedades o formas) de distribución restringida o en el dominio geográfico de determinados tipos de comunidades vegetales.

Las bases de la división territorial de Galicia con fundamento fitogeográfico se remontan a autores como Planellas (1852) o Merino (1905-1909) que, a su vez, han servido para argumentar propuestas posteriores como las realizadas por Iglesias (1962), Bellot (1968, 1978), Rivas-Martínez (1979) o Rivas-Martínez et al. (1984) o Izco (1987). Esta última se ha visto modificada posteriormente en diversos trabajos (cf. Izco 1989, Silva-Pando & Rigueiro Rodríguez 1992, Ortiz & Rodríguez-Oubiña 1993, Romero Buján 1993, Amigo & Romero 1994, Izco & Sánchez 1995, 1996, 2001, Rodríguez Guitián & Ramil Rego 1995, Pulgar Sañudo 1999, 2003, 2004a, 2004b; Izco 2001, Rodríguez Guitián et al. 2003, Pulgar et al. 2004).

La última revisión sobre este tema ha sido publicada recientemente (Rodríguez Guitián & Ramil Rego 2008) y se enmarca dentro de la realizada poco antes por Rivas-Martínez (2007). Sin embargo, sobre ella se introducen algunas modificaciones importantes. Esta propuesta parte de la base del reconocimiento de la ambigüedad florística y vegetacional de gran parte del territorio gallego, fruto de la condición submediterránea de su clima templado y de la tendencia a la continentalidad que se registra siguiendo un gradiente progresivo desde el NW hacia el SE. Esta “indefinición” se ha reconocido también en numerosos estudios paleoambientales realizados dentro del contexto noroccidental ibérico, trabajos en los que se concluye, igualmente, que aunque minoritaria en términos paisajísticos, la flora termófila de amplia distribución en la región mediterránea ha estado presente desde hace más de 100.000 años en este territorio (Ramil-Rego 1992, Ramil-Rego et al. 1998a, 1998b; Muñoz Sobrino 2001, Muñoz Sobrino et al. 1997, 2001, Gómez-Orellana 2002, Gómez-Orellana et al. 2007).

Consecuentemente, tanto por cuestiones bioclimáticas como botánicas y de dinámica paleoambiental, se deben interpretar como pertenecientes a la region florística templada diversas áreas interiores de Galicia y territorios limítrofes que, en repetidas ocasiones, han sido incluidas en la Región Mediterránea (cf. Izco 1987, Rivas-Martínez 1987, Ortiz & Rodríguez-Oubiña 1993, Pulgar Sañudo 1999). Este es el caso de las depresiones de Ourense, Monforte de Lemos y Pobra de Brollón, la depresión de A Limia, las tierras Altas de Riós y A Gudiña y las sierras del Macizo de Trevinca-Segundeira-Sanabria.

Dentro de este planteamiento, las cuencas media y baja del Río Sil concentran el mayor conjunto florístico mediterráneo existente en el extremo noroccidental ibérico, pero se hallan aisladas de las áreas mediterráneas próximas situadas más al S y al E debido a la interposición del macizo montañoso Galaico-Duriense, que conecta las comarcas de Sanabria y las Omañas a través de las tierras altas de la Maragatería (Montes de León y Sierra del Teleno). De esta manera, aunque bioclimáticamente pueda admitirse la existencia de una pequeña área de características propiamente mediterráneas en Galicia (cf. Rodríguez Guitián & Ramil-Rego 2007), la presencia en ella de un importante conjunto florístico eurosiberiano y el hecho de tratarse de un territorio aislado con respecto al resto del área mediterránea peninsular por barreras montañosas de macroclima templado, impide su interpretación como una unidad perteneciente a la Región Mediterránea.

Segun esta tipología fitogeográfica, Galicia se incluye íntegramente en la Provincia Atlántica Europea, perteneciente a la Subregión Atlántica-Europea de la Región Eurosiberiana. Esta unidad se caracteriza florísticamente por contar en sus comunidades vegetales con la presencia de, entre otras muchas plantas vasculares, especies leñosas de amplia distribución en el continente europeo, como Acer pseudoplatanus, Betula pubescens, Daboecia cantabrica, Fagus sylvatica, Frangula alnus, Fraxinus excelsior, Hypericum androsaemum, IIex aquifolium, Juniperus communis subsp. alpina, Lithodora prostrata, Prunus padus, Quercus petraea, Quercus robur, Rosa villosa, Salix alba, Salix caprea, Sorbus aucuparia, Ulex europaeus, Ulex minor, Ulmus glabra o Vaccinium myrtillus.

Dentro de esta unidad se distinguen, a nivel de subprovincia, las áreas Cántabro-Atlánticas, de fuerte influencia oceánica e inviernos poco rigurosos, caracterizadas por la presencia de taxones como Erica ciliaris, Erica erigena, Evonymus europaeus, Genista berberidea, Myrica gale, Rosa pimpinellifolia, Rosa sempervirens, Salix repens, Smilax aspera, Suaeda vera, Tamarix gallica o Thymelaea coridifolia subsp. coridifolia, de las áreas interiores que forman parte del eje montañoso galaico-cantábrico, integradas en el extremo occidental de la Subprovincia Orocantábrica. Estas áreas montañosas se diferencian florísticamente por la ausencia de las especies antes citadas así como por la presencia de otras como Daphne laureola, Festuca elegans, Helianthemum apeninum subsp. cantabricum, Rhamnus cathartica, Thymelaea coridifolia subsp. dendrobryum o Vaccinium uliginosum.

A su vez, los territorios Cántabro-Atlánticos de Galicia están integrados por cuatro sectores, Galaico-Asturiano, Galaico-Portugués, Galaico-Interior y Berciano-Valdeorrés, mientras que dentro de las áreas orocantábricas se establece una división de rango semejante entre las montañas situadas al N y W del Río Sil, que conforman el Sector Orocantábrico occidental, y las situadas hacia S (Sector Galaico-Duriense).

A grandes rasgos, las peculiaridades florísticas y vegetacionales que caracterizan actualmente a los diferentes territorios corológicos definidos responden a la interacción que en el pasado geológico reciente tuvieron tres factores ecológicos: el efecto dulcificador de los mares (tendencia oceánica o atlántica), el efecto de la distancia al mar y el incremento de altitud (tendencia continental) y la intensidad y duración de la sequía durante la época estival (tendencia mediterránea). De las unidades biogeográficas aquí consideradas, el subsector Cantábrico Occidental es el que presenta una mayor afinidad con el resto de territorios atlánticos europeos, mientras que el subsector Berciano-Valdeorrés concentra la mayor proporción de flora mediterránea. Por su parte, la flora y vegetación del Subsector Sanabrés responde a la mayor influencia de la continentalidad climática, al incluir tierras elevadas situadas en la parte más alejada de la costa del territorio gallego.

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