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Subsector coureliano

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Esta unidad engloba las montañas de la Cordillera Cantábrica situadas hacia el S y W del Alto do Portelo (Lugo-León), comprendiendo el conjunto montañoso configurado por los Montes do Cebreiro y las sierras de Airibio, Trapa, Courel, Montouto y dos Cabalos, así como el extremo septentrional de la Serra de Enciña da Lastra, en el sureste de Lugo y noreste de Ourense. Se prolonga en tierras leonesas por la cabecera de los valles de los ríos Valcarce, Barjas y Selmo, hasta cotas situadas entre los 700-800 m de altitud.

Se trata de un área de fuerte carácter montañoso asentada sobre materiales predominantemente silíceos de origen metamórfico, pero en la que alcanzan especial relevancia, a diferencia del resto de Galicia, los estratos de rocas carbonatadas paleozoicas presentes (calizas, dolomías), que se disponen siguiendo alineamientos paralelos en sentido NW-SE. Su situación a considerable distancia del área costera le confiere al clima rasgos de continentalidad, aunque menos acusada que en el caso del subsector Ancarés debido a las menores altitudes alcanzadas (bioclima oceánico). Precisamente el factor altitudinal impide que está representado el termotipo orotemplado, repartiéndose estos territorios entre los tipos mesotemplado superior y supratemplado. Los ombrotipos identificados son el húmedo superior y el hiperhúmedo inferior. Aunque en estas montañas se aprecia la impronta de procesos glaciares en las cabeceras de los principales ríos, el paisaje caracterizado morfológicamente por el fuerte encajamiento de la red fluvial y la elevada inclinación de las vertientes, que han restringido grandemente la actividad humana intensiva en esta unidad, permitiendo la conservación de algunas masas arboladas autóctonas de gran interés ecológico. No obstante, la cubierta vegetal está dominada por diversos tipos de matorrales (“xesteiras”, “piornales”, “uceiras”), entre las que se intercalan repoblaciones forestales, fundamentalmente de Pinus sylvestris, castañares o “soutos” y áreas cultivadas en el entorno de las aldeas. Por lo general, los angostos fondos de valle han sido aprovechados tradicionalmente a través de la creación de prados de siega para la obtención de forraje (heno).

La variedad litológica que caracteriza a este subsector es responsable de la existencia de bruscos cambios en la vegetación debidos a los innumerables contactos existentes entre rocas silíceas (principalmente pizarras y esquistos) y rocas carbonatadas. Aunque en estos últimos casos los suelos presentan una mayor fertilidad y pH elevados, a menudo son muy poco profundos y pedregosos, lo que ha dificultado su aprovechamiento intensivo, a la vez que han servido de biotopo para el asentamiento de comunidades vegetales particulares. Precisamente, la flora que se localiza en estos afloramientos calizos dota a esta unidad de una peculiaridad biogeográfica muy marcada, pues gracias a ello se pueden encontrar en Galicia algunas especies como Campanula adsurgens, Inula montana, Rhamnus cathartica, R. legionensis, Santolina rosmarinifolia, etc., muchas de las cuales también están presentes en los afloramientos carbonatados del subsector Berciano-Valdeorrés. Aunque en menor medida, también la presencia de flora orófila en ambientes silíceos más elevados contribuye a individualizar estos territorios de los galaico-interiores y berciano-valdeorreses. Plantas como Genista obtusiramea, Saxifraga hirsuta, Sorbus aria, Sorbus aucuparia, Juniperus communis subsp. nana, Adenostyes hybrida o Valeriana pyrenaica pueden ser utilizadas con este carácter discriminante.

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